Yo digo que no importa.

Y no,

no importa.

No me importa cómo estás,

no me importa dónde vivís,

no me importa si estás enfermo,

si estás de novio o soltero,

si seguís en el mismo laburo,

si los ves,

si la ves.

No me importa si te alcanza la guita o hacés un tremendo esfuerzo para llegar a fin de mes con la que ponés para ellas y para mí.

Pero no puedo decir que no me importa.

Que no me importa que no me llames,

que no me importa si seguís vivo,

si sos feliz con todo lo que hiciste,

si pensás en mi alguna vez.

¿Qué cuesta hacer un llamadito?

Pero siempre costó,

de vos y de mí.

Siempre costó tanto,

que ya no hay distancia,

sean centímetros o hectáreas,

que nos acerquen,

que me hagan saber que estás bien y eso me ponga triste o feliz,

que hagan que quiera X o Y para vos y para mí,

que hagan que exista un nosotros de nuevo,

una vez más,

nunca más.

(21.05.2009)

[veinte siglos sin cartas de papá]